Claudia Mardones, rionegrina y de 52 años comenzó su tarea detectivesca tras recibir de familiares una carta en la que ubicaría a su progenitor en Avellaneda.
omo si fuese una detective, una rionegrina busca a su padre desde hace más de 30 años y una de las pistas más fuerte es una carta escrita de puño y letra por una ex pareja de él, cuyo remitente tiene el domicilio en Dock Sud, Avellaneda.
Se trata de Claudia Mardones, una empleada del Poder Judicial de Río Negro, de 52 años, residente en Allen, casada y con tres hijos, recorrió consulados, visitó casas y hasta creó una grupo de Facebook con la finalidad de dar con su progenitor: Víctor Manuel Mardones Poblete, un marinero chileno que trabajó en un buque petrolero y que en la actualidad tendría 78 años.
Todo comenzó cuando ella tenía 21 años, en el momento en el que se tomó vacaciones de su primer trabajo, cruzó la cordillera, tras ir primero al consulado chileno de Neuquén, y visitar a tíos de su familia paterna, quienes comienzan a brindarles detalles de la vida de Víctor.
Explicó que en “una de esas visitas, mi tía me regaló una carta que le había mandado una pareja de mi papá donde figura el domicilio de Almirante Brown 1436. Según sus hermanos, siempre decía que tenía una casa en Buenos Aires, cerca del puerto, donde arribaba el barco donde trabajaba como tornero. El buque era petrolero y se llamaba Trans Sud II”.
Como para reforzar la búsqueda, creó un grupo en la red social Facebook llamado “Busco a mi papá, se llama Víctor Manuel Mardones Poblete” y desde allí empezó a sumarse a otros grupos del partido de Avellaneda con el objetivo de recolectar más datos. De tal manera, que ya planificó un viaje a Buenos Aires para marzo.
La mujer en este sentido invita a lo que tengan algún dato a sumarse al grupo y también enviar un WhatsApp al 2984 57-8315.
A propósito, recordó que “siempre sentí la necesidad, cuestionada por muchos, porque no es fácil buscar a un padre que te abandona, de preguntarle por qué no estuvo. Mi búsqueda va más allá de hallar a una persona física, lo que yo busco es otra cosa, es la identidad. De hecho, me hice la doble nacionalidad con el certificado de nacimiento de él. Siempre me sentí muy cómoda cuando entré en contacto mis raíces. La paso muy bien”.
“Me encanta salir a caminar sola, donde me imagino que me golpea la puerta y aparece él o de verlo en una plaza y darme cuenta de que trataba de reunirse conmigo”, añadió.
“Se fue cuando yo tenía 3 años, en 1978. A los 21, lo primero que decidí fue concurrir al Consulado Chileno ubicado en Neuquén. Allí una asistente social me entregó una foto de él. Desde ese momento, empecé a ir una vez al año para ver qué novedades había y conseguí la dirección de sus hermanos. Ese mismo año viajé a Chile a buscar información y empecé a rastrear en todos lados. Como él era marino de un barco de bandera alemana, me comuniqué con alguien del consulado chileno en Alemania. Allí descubrí que estuvo viviendo en ese país y que le decían Polaco”, reveló Mardones.