Es lo que cuestan 2 córneas de Estados Unidos para reemplazar las suyas, que se dañaron. Está en la lista del INCUCAI desde 2013, sin resultados, y su problema empeora con el paso del tiempo.
Un vecino de Florencio Varela que tiene graves problemas en su vista necesita 8 mil dólares para comprar dos córneas provenientes de Estados Unidos y, de esa manera, poder someterse al doble trasplante que le permitirá mejorar notablemente.
Se trata de Martín Sebastián Piñeyro, de 42 años, quien está en la lista de espera del Instituto Nacional Central Unico Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI) desde el 2013. Hoy en día, posee un 30 por ciento de visión y, a medida que pasa el tiempo, su situación empeora. Por eso, para no dilatar más todo, hizo público su caso y emprendió una campaña para conseguir fondos.
Piñeyro expresó que “veo como si estuviera detrás de un vidrio esmerilado, todo borroso, sombras desdibujadas. Por ejemplo, para observar los mensajes que me envían al celular debo agrandar la letra en su mayor tamaño y acercármelo a un centímetro de mis ojos porque sino no logro divisar correctamente el contenido”.
“El problema en mi visión se originó a partir de un grave cuadro de glaucoma que me afectó a los dos ojos. Pero primero comenzó todo en el derecho, el cual ya tuvo un trasplante de córnea en 2007, el cual el organismo rechazó. Desde 2013, aguardo que el INCUCAI me entregue dos córneas ya que además el problema llegó al izquierdo”, relató.
Posteriormente, apuntó que “cada una sale 4 mil dólares, y ese dinero no lo tengo lamentablemente. En este sentido, pido ayuda, aquellos que me quieran dar una mano pueden llamarme al 11-3593-1558 o realizarme una transferencia en pesos a mi CBU: 0140039703511462382115. Provienen de Estados Unidos y si las compro vienen al país en 5 a 45 días”.
Asimismo, comentó que los problemas lo afectan en su trabajo y en la vida cotidiana: “Tengo dos ocupaciones, auxiliar en un jardín y asistente de mecánico, antes era mecánico, pero lamentablemente por mi problema de salud tuve que dejar de serlo. Y en otra situación que me perjudica es que no puedo ver los trabajos de mi hijo Agustín, de 9 años, que me pregunta cuándo voy a poder ver bien”.