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Con nuevas medidas sanitarias, lo hicieron con 250 puestos menos de los que funcionaban antes de la pandemia de coronavirus.
Tras siete meses de inactividad y con protocolos sanitarios, las ferias de Florencio Varela volvieron a funcionar con solo el 35 por ciento de los puestos que lo hacían antes de la pandemia de coronavirus, aunque sus ventas aún no lograron despegar, debido a que la mayoría de los clientes fueron perjudicados por la crisis económica provocada por la cuarentena.
De las 350 familias que ofrecían sus productos, pasaron a ser 100, es decir, 250 menos de los que participaban antes del 20 marzo, cuando se declaró el Aislamiento, Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO).
La Asociación de Feriantes de Florencio Varela (AS.FE.VA) engloba a las ubicadas en Bosques Norte, que funciona los lunes; Zeballos y Hudson, los martes; Curva de Berraymundo, San Nicolás y San Rudecindo, miércoles; Petroleros y Kilómetro 26,700, los jueves; Martín Fierro y La Carolina, los viernes; El Rocío y Pico de Oro, los sábados; y la del Playón de la Estación de Trenes de Varela los miércoles, jueves, sábados y domingos. Todas atienden de 8 a 14.
El secretario de AS.FE.VA, Marcelino Rodríguez, manifestó estar «contento por volver a trabajar porque estar casi siete meses sin poder hacerlo ya que era insostenible para las familias que dependen de las ferias».
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Además, en diálogo con El Esencial.com, describió que su funcionamiento está condicionado por un protocolo sanitario: «Los puestos deben estar separados por una distancia de dos metros, y en cada uno debe haber solo dos personas, una que vende y otra que cobra. Además, se toma la temperatura a los clientes y a los trabajadores, y también, hay un sector para entrar y otro para salir. También se desinfectan los baños cada media hora».
Por su parte, la feriante de Zeballos y Bosques, Beatriz Correa, remarcó que «se nota que hay menos puesteros y menos clientes, y eso se debe al temor a contagiarse y también porque tienen poco dinero, la situación económica es complicada».
En este sentido, ejemplificó mencionando que antes «vendiendo ropa usada, hacía 2 mil pesos, pero ahora gano 300 en un día. Es poco pero me alcanza para comer».